RADIOGRAFÍA DE UN LIDERAZGO FALLIDO

Melissa Sáez Hernández

Las realidades políticas en un momento de determinado de la historia política de un país, presentan oportunidades de cambio y de transformación social, que requieren de políticos visionarios, comprometidos y sobre todo conscientes del momento histórico que los rodea, así lo plantea Melissa Sáez Hernández, articulista y ensayista, que muestra su agudeza como analista político. Sáez, quien es Licenciada en Ciencias polítca y posee una Maestría en Ingeniería de la Imagen del Colegio de Imagen Pública de Méxcio, se tomó la tarea de analizar durante más de dos años, la actuación de un grupo de dirigentes políticos que asumieron papeles de liderazgo durante la crisis política venezolana entre 2019 y 2021.

Melissa Sáez, analiza en detalle el comprotamiento no solo de los protagonistas del momento, sino que más importante aun, logra dibujar con claridad las necesidades e inquitetudes de una sociedad ávida de mensajes que marcaran la ruta para en conjunto poder dar el giro a una situación muy difícil y compleja para la Venezuela de esos años.

La autora, estudiosa de los factores de poder y de la psicología social, nos entrega en sus escritos un una radiografía de la situación social enfocada en la necesidad de un colectivo que se veía reflejada, en una nueva imagen de liderazgo político, una imagen de cambio, que luego se diluyó en líderes que pensaron solo en ellos y que su papel como tales era “irrevocable”. Sáez expone al lector a importantes reflexiones que terminan por involucrarlo sobre su papel y qué camino tomar.

En este grupo de escritos y reflexiones, Sáez no solo hace plantemientos retadores, sino que hablando de liderazgo, nos recuerdad que.. “éste es el ejercicio de la movilización e influencia sobre grupos e individuos que se unen para el alcance de objetivos”. Y es a partir de allí que como asesora de imagen, logra con gran maestría, orquestar los diferentes elementos que nos llevan a enteder las consecuencias de un ejercicio de liderazgo que no logra aprehender los retos que tiene por delante y de cómo el manejo de la imagen en los juegos del poder son clave para el éxito de cualquier figura pública.

Este trabajo, entendido es fuente de aprendizaje y de lecciones esenciales para quienes se pretendan líderes y para cualquier lector desprevenido lector que quiera aprender de liderazgo político y entender una etapa histórica de un pais en permanente cambio.

UNA IMAGEN, UN PAÍS

Tras salir de lo que pareció un acto de magia, nuestro hoy Presidente Interino, ha pasado de ser una persona desconocida por muchos, a ser un símbolo que le devuelve el espíritu de libertad, lucha y esperanza a los venezolanos, un pueblo que se ha sumergido en la desesperanza por años.

Tras un estudio de imagen realizado al actual Presidente Interino, bajo la metodología de Imagen de Primer Impacto, hemos logrado identificar rasgos que resaltan en su personalidad. Muestra un perfil altamente adaptable, logrando un buen equilibrio en situaciones novedosas, una inteligencia que podría llamarse estratégica, que lo ha ayudado a manejar sus emociones, con grandes rasgos de intuición y una capacidad de resolver situaciones utilizando la información disponible y la inteligencia de otros.

Su valentía, lo ha llevado a enfrentar un reto histórico, que aunque pudo haberle generado algún tipo de miedo, lo enfrenta con la plena convicción de solucionar el reto planteado, ejecutando las acciones necesarias para ello. Una valentía que podría llevarlo a ser temerario, entendiendo este adjetivo, como la capacidad de ejecutar una acción varias veces, hasta lograr el objetivo aun exponiéndose a riesgos. Es un hombre considerado, accesible, que presenta solución a los problemas planteados, una personalidad que puede influir a otros, más de lo que él mismo puede ser influido, rasgo importante para el cumplimiento de las metas grupales acorde como las que presenta el país actualmente.

MENSAJE GUAIDÓ

Cuando hablamos de un personaje político, podríamos afirmar que lo que sale de la boca, paga impuesto en la credibilidad de este.

Por muchos años, la falta de una unión creíble de un discurso y un mensaje unificado de la oposición se traducía en una población que empezó a dudar si realmente podríamos enfrentar el gran desafío que tiene el país, y es que desde hace años nos jugamos la democracia y con ella el progreso y el avance de nuestra sociedad.

¿Que nos lleva a tener un mensaje? Son varios los elementos que sumados nos dan como resultado un mensaje. Estos elementos son los siguientes: una imagen general, comunicación, emocionalidad, ideología, la tenencia de una historia, el manejo de conceptos y la especialidad en alguna área o tema, y finalmente los dilemas que pueda causar el personaje en su audiencia. Si la suma de todos estos elementos, se corresponde en tiempo y ubicación, la persona tiene una gran probabilidad de éxito.

Unido a esto, una gran población opositora venezolana, se mantuvo por años expuesta a una emocionalidad que navegaba entre dos aguas; por una parte, una mezcla de tristeza y miedo, que se traducía en desesperanza, y por la otra, una mezcla de tristeza e ira que generaba impotencia. En fin, una gran parte de la población, que en medio de la desesperanza perdía la fe de un cambio real, afectado por la impotencia de no poder vivir bien, no poder desarrollarse profesionalmente, generando la diáspora más grande registrada en nuestra historia.

Un Mensaje que el país esperaba

La figura de nuestro actual Presidente Interino Juan Guaidó, se ha transformado en lo que llamamos bajo la lupa de la Teoría de Imagen, en un personaje, que no solo es lo que dice, sino lo que proyecta como mensaje. El Mensaje Guaidó, es la suma de todos esos elementos, y que en este caso están muy bien engranados en tiempo y ubicación.

Más allá de la suerte, Juan Guaidó, muestra ser un hombre de valores claros, que transmite un mensaje oportuno y acorde con la realidad del país. Un mensaje que ha calado en los diferentes estratos sociales por su transparencia, claridad y empatía con la audiencia social.

Un hombre venezolano, que asume el reto de forma estratégica, y con la certeza de que las medidas implementadas nos conducirán a la restauración de la democracia. Es un personaje con una historia que se parece a la de muchos, porque Guaidó ha pasado por situaciones adversas, como la de ser sobreviviente de la tragedia de Vargas, y que nos inspira demostrando que sí se puede superar las adversidades, un hombre preparado que ha estudiado y se ha dedicado a la carrera política por convicción. El nacimiento de su hija, en un momento turbulento del país, y es que mientras ella nacía, en las calles de Venezuela caían compañeros de lucha a manos de un régimen que reprime el clamor de un pueblo que grita libertad.

Guaidó se debate en diversos dilemas, y es que los dilemas de un personaje político, hacen que la audiencia genere matrices de opinión, elemento indispensable para la fijación del Líder en el imaginario de la población.

Su tema hoy es su punto de honor, conducir la restitución de la democracia en Venezuela, y alcanzar la libertad para un país que finalmente parece despertar de la pesadilla.

CONJUGAR EN TRES TIEMPOS

La sustentabilidad de un ser humano repercute directamente en la evolución de su imagen, comportamiento y toma de decisiones. Entendemos por imagen el mensaje que transmite una personalidad en un momento determinado, es un entramado que se descubre no se arma, ya que es parte inherente a nuestro ser.

Por un momento detengámonos a pensar cual es el imaginario del venezolano, diversos estudios se han hecho sobre el tema, con distintos enfoques y que de una u otra forma nos pueden ayudar a entender, el cómo llegamos a esto que somos hoy como sociedad.

El comunicador y psiquiatra Roberto de Vries en el año en el año 1982 da inicio a un estudio donde se pregunta ¿Quiénes el venezolano?, dicho trabajo de investigación tuvo varios cortes que se dan por la evolución de la imagen a medida que se seguía realizando el mismo. Hay años en los que la percepción tenía variaciones que llamaron la atención(1995- 1997) y es allí donde podemos establecer la primera comparación, lo que en 1982 empezó siendo un venezolano que se veía así mismo como un modelo social en sí, con rasgo de la mayoría y con un discurso cohesivo, donde la solidaridad, el carisma, la lucha por los valores del momento, el respeto y la productividad reinaba, pasa en los noventa a ser una imagen con una suerte revolucionaria que buscaba un cambio, sin importar el cómo, solo justificando su deseo de no tener más de lo mismo. Y en este momento es que podríamos preguntarnos ¿qué paso?, que nos hizo cambiar tan drásticamente nuestro imaginario del poder, ¿Qué estábamos buscando?

CONJUGANDO LA HISTORIA

Como describimos en la sección anterior planteamos cómo la imagen y la identidad de individuo, influye y repercute no solo en las decisiones políticas, sino también en la colectividad. La sociedad venezolana se caracteriza por tener poca memoria, lo que hace de la historia un recurso vago en la formación de nuestros individuos.

El pasado podría ser nuestra mejor fuente de aprendizaje permanente, pero una sociedad que pareciera no tener memoria y que incluso olvida que el presente es irrenunciable e inherente al hecho de vivir o mal vivir; olvida incluso que el presente es el único momento en el que podemos corregir los errores.

Bajo la luz analítica de la Teoría de la Imagen y el Poder, podríamos afirmar que Venezuela tiene una imagen de superviviente (que en argot popular traducimos en “sobreviviendo”), una vida donde el escaso uso de la memoria pareciera anular el pasado y el futuro, y la sociedad se limita a respirar en un presente muy restrictivo y cada vez más angustiado, sin poder ver la capacidad que tiene para generar los cambios.

Hoy, son los cambios externos los que conducen con una suerte de improvisación, la capacidad y respuesta de los ciudadanos que no están de acuerdo con el proceso actual y que a la vez parecieran no tener un plan bien orquestado para la materialización de la ruptura del proceso y la creación de un nuevo orden país.

La profunda victimización de la sociedad, que se ha llevado a cabo con mecanismos diversos y de forma constante en una línea de tiempo, pone a la misma en un estado de supervivencia donde se anula la rebeldía, y el individuo pasa a solucionar de forma sistemática y natural sus necesidades más básicas, quedando así demostrado como nos mantenemos en medio de lo que pareciera ser el colapso total de la realidad.

Hace rato dejo de ser crisis y se convirtió en un modo de vida. Y es que es un error etimológico seguir llamando crisis a un momento que dejó de ser puntual y decisivo para convertirse en algo con una apariencia sin fin divisorio.

LIDERANDO EL CAMBIO

Por años hemos escuchado la palabra cambio en la realidad política del país. Y es que este término lo estamos utilizando desde finales de la década de los ochenta, donde, al menos la mayoría de los venezolanos, anhelábamos un giro o la renovación en las estructuras políticas y de poder; esto, sin tener consciencia, ni medir las consecuencias de lo que el realmente representaría ese cambio.

Más de treinta años después seguimos empleando el mismo vocablo, el cual no parece pasar de moda para los venezolanos. Y hoy hago referencia a la palabra cambio como el cese de la repetición; y es que considero que, como sociedad, como país en general, hemos repetido patrones que nos han conducido indeteniblemente a nuestra actual realidad.

Entonces, se debe desmontar la creencia que la simple existencia de un líder puede ejecutar el cambio por si solo; entender que el liderazgo es una actividad que podemos desarrollar todos o cualquiera, asumiendo responsabilidades de forma activa.

Si hoy quisiéramos ver materializado un cambio en una sociedad desesperanzada, donde las necesidades básicas y la dignidad del ciudadano se han visto socavadas por años, necesitaremos construir un liderazgo que desarrolle valores compartidos, donde se recobre la confianza en el otro y tengamos de nuevo la capacidad de asociación.

Este liderazgo tiene que ir más allá de un líder con capacidad de influencia sobre las masas, debe tener un poder extraordinario de información veraz que lo hagan asertivo en la toma de decisiones; decisiones que se obligan a estar íntimamente ligadas a las necesidades reales del pueblo. Un liderazgo que estimule nuestra capacidad de aprendizaje y aumente la capacidad de recordar la historia para no repetirla, un liderazgo que construya valores dando ejemplos.

Dicho esto, puedo afirmar que el liderazgo pacta con la responsabilidad, es decir, con ser responsable; y cuando me refiero a responsable, hablo concretamente a esa generación de expectativas que acompañan al liderazgo. No se debe generar expectativas, ni alimentar esperanzas baldías, si las mismas no pueden ser satisfechas; su incumplimiento traerá consigo la frustración del pueblo, afectando directamente la credibilidad de cualquier proceso.

Los buenos líderes deberían de ser generadores de seguridad, brindar orientación y establecer orden. Pero, sin poner todo el peso sobre un líder, se debe cultivar el liderazgo social como un mecanismo que haga sustentable el nuevo proceso de cambio.

En la situación actual, el liderazgo enfrenta un gran reto, y es: cómo manejar el estado de desesperanza y estrés que mantiene a la población venezolana en desequilibrio, sin capacidad para reaccionar ni generar el cambio necesario. Para superar esta situación, se requiere desmontar la creencia y la visión que la salida no es posible; es aquí idóneo contar con un proyecto claro, transparente y real para generar en los ciudadanos confianza en el futuro a pesar de la realidad del hoy.

Seguir pensando que la figura de un solo líder resolverá los problemas es un delirio. Pero, lo que sí podría hacer ese líder es lograr que sus seguidores finalmente asuman su responsabilidad de ejercer, todos juntos, el liderazgo desde cada uno de sus espacios comunes, y así tener un movimiento masivo, donde a suma de las partes finalmente materialice el cambio. El compromiso y la responsabilidad no son de uno, sino de todos.

AUSENCIA EN EL MENSAJE

En la Teoría de Imagen con relación al poder, la imagen y el discurso van íntimamente ligados; y es que la suma de estos dos factores se convierten el mensaje.

La ausencia de un mensaje claro, transparente y asertivo hace que se pueda apreciar a un líder como poco efectivo; convirtiéndose en un simple ciudadano con voz, que mucho habla y poco transmite de forma efectiva.

Esa carencia en un líder político no solo hace que se pierda el foco de atención de la audiencia, y pareciera tener una suerte de silencio vergonzoso al no tener nada realmente importante para comunicar. Silencio que se llena con el ruido escandaloso de la agenda que marca estratégicamente el bando contrario, siendo ésta la situación más infame que podría enfrentar.

La falta de conceptos inteligibles y discursos huecos de quienes aspiran a ser líderes, se convierten en palabras que se lleva el viento; no existe identidad que nos permita como sociedad conectarnos para sentirnos representados y reconocidos. Solo cuando el mensaje sea cónsono y creíble con las necesidades de la colectividad, se generará un vínculo identitario que conecte al pueblo, convirtiéndolos en un canal de resonancia social.

Pero, si no existen argumentos contundentes que identifiquen a la audiencia, es casi imposible trazar un destino donde el compromiso de la sociedad sea construir un objetivo común.

Un líder sin mensaje correrá la suerte de un sujeto preso delas leyes naturales, donde solo sobrevive el más fuerte. Podrá corroborar que la incertidumbre no tiene manual, y su vocería se convertirá en un campo minado llamado audiencia; una audiencia que descalifica y sentencia la improvisación de su líder interlocutor. Y justo esto ha sido la causa principal del fracaso de nuestros dirigentes políticos, ya que la indignación, la desesperanza y la pasividad de la audiencia, conducen ineludiblemente al camino del descrédito y la indiferencia.

La construcción de un mensaje es una tarea ardua y la sociedad, para generar un mensaje directo, transparente y claro, sin adornos ni distractores, que sea la columna vertebral de ese líder.

UNA TENDENCIA IRREVERSIBLE

El país pareciera estar divido por realidades, entendiendo “realidades”, según la Real Academia Española (RAE), como “la existencia real y efectiva de algo, la verdad; y lo que ocurre verdaderamente”. Partiendo de esta definición, y sin ánimos de meternos en tesis filosóficas, centrémonos en esas realidades verdaderas de nuestro país…

La primera realidad, la oficial, esa de los mismos creadores de la tasa oficial, el precio oficial, los reportes oficiales, y demás, es la que justifica y excusa todo en base a la responsabilidad de un tercero o factores desestabilizadores externos; para ésta realidad, como para la mayoría de las realidades, sería demasiado autodestructivo responsabilizarse de algo, así que siempre tendrán una buena excusa que justifique y legitime absolutamente todo.

Un segundo escenario, totalmente opuesto del primero, se encarga de generar una amplia y basta cantidad de contenido para las redes sociales, siendo ésta la mejor vía de escape para drenar ese profundo sentimiento de indignación y nostalgia; la añoranza de lo que fue y el lamento de lo que no sabemos si será.

El tercero, es ese al que le dicen indiferente; ese que piensa aquí no pasa nada y la vida continua. Ésta realidad tiene apariencia inmutable, cada día es más individualista y se divorcia más del colectivo, siendo, a mi criterio, la más preocupante a la hora de hablar de inclusión social. Para ellos, lo único que importa es que tan rápido llega el delivery.

También tenemos una predominante, la realidad que tal vez ha sufrido más, la víctima sobreviviente, la que cohabita con los estragos de las carencias de forma directa, sin acceso a servicios básicos, sin buena alimentación, sin acceso a un sistema de salud y mucho menos a la educación. Una realidad sumida en una profunda desesperanza, tormento, ira, tristeza e incertidumbre de lo que sigue. Ésta se pasa la vida, resolviendo cada instante un nuevo desafío.

La última, la del libre albedrio, es la realidad que se siente con súper poderes y reina en la oscuridad, aquí se viaja con lingotes de oro en un avión, ¡¡¡se explotan los recursos naturales con la legitimidad que reside en el poder del más fuerte, y pare usted de contar!!!

Pero, todas y cada una de las realidades tienen una sola cosa en común: coexistir en el mismo espacio territorial, con lo que pareciera ser la única tendencia irreversible; un país fragmentado en diversas realidades; todas vividas, sentidas e irrefutables.

Nos toca preguntarnos ¿a qué realidad le sumamos?

FOCO PAÍS

La tenencia de un foco en el liderazgo bien sea liderazgo político o social, es fundamental. Éste debe ser bien delimitado, con objetivos y metas claras, con coherencia en la estructuración del mensaje y el discurso, ya que no basta con decir lo evidente; no basta con decir lo que se cree que la audiencia quiere escuchar. El foco nos ayuda a dar dirección a los que nos escuchan, generando confianza en el accionar de los líderes y haciendo posible visualizar el futuro con esa cadena de hechos que finalmente podrían conducirnos a la materialización del cambio.

Tener esa guía, nos ayuda como sociedad a fijar en nuestro imaginario el puerto al que debemos llegar, con el alcance de los distintos objetivos y metas trazadas. Los líderes, en el más profundo ejercicio del liderazgo, están obligados a convertirse en los mejores traductores de las necesidades del pueblo, por lo que el acceso a la información veraz, estadísticas y datos sociales, serán las más poderosas herramientas para la construcción de su mensaje; un mensaje que debe penetrar la fibra de los ciudadanos para caminar hacia un nuevo desarrollo social y la restauración de los valores democráticos perdidos. Un mensaje con el cual podamos superar el trauma que empezó en la década de los 80, bajo una simple necesidad de cambio en las estructuras y formas de poder y que hasta ahora vivimos como una pesadilla, pues al parecer no hemos sido lo suficientemente claros en transmitir la urgencia de salir de este proceso.

Tener esa guía, nos ayuda como sociedad a fijar en nuestro imaginario el puerto al que debemos llegar, con el alcance de los distintos objetivos y metas trazadas. Los líderes, en el más profundo ejercicio del liderazgo, están obligados a convertirse en los mejores traductores de las necesidades del pueblo, por lo que el acceso a la información veraz, estadísticas y datos sociales, serán las más poderosas herramientas para la construcción de su mensaje; un mensaje que debe penetrar la fibra de los ciudadanos para caminar hacia un nuevo desarrollo social y la restauración de los valores democráticos perdidos. Un mensaje con el cual podamos superar el trauma que empezó en la década de los 80, bajo una simple necesidad de cambio en las estructuras y formas de poder y que hasta ahora vivimos como una pesadilla, pues al parecer no hemos sido lo suficientemente claros en transmitir la urgencia de salir de este proceso.

Hoy corremos la suerte de un efecto contagioso que se multiplica cada vez más, donde la intranquilidad y la apatía de creer en la salida es lo que nos gobierna. Pero como aumentar la serenidad y la tranquilidad en un pueblo sobreviviente que ante la crisis pareciera desvanecerse y quedar sin acción alguna; quedar solo con la lucha continua, a duras penas, de llegar al final del día, donde no queda tiempo, ni voluntad para hacer más nada. Si el liderazgo desarrolla un mensaje claro, que se conecte con la realidad y fibra de la gente, podrá crear nuevamente un precedente positivo donde renazca la fe y la confianza, logrando entender que necesitamos ser todos generadores de ese cambio.

Ojalá centremos el foco en la posibilidad de una sociedad conviviente, donde el individualismo tome en cuenta al otro, con respeto e inclusión de los diferentes grupos, donde tengamos la practicidad de resolver los problemas sin tomar posiciones extremas; por el contrario, ser flexibles para la resolución de conflictos y crisis que se puedan generar, dándonos una capacidad de renovarnos en el tiempo según las demandas de la sociedad, lo que probablemente nos dificulte como pueblo recrear la necesidad de vivir revoluciones que no nos conduzcan al progreso y el bienestar.

Tener fe que un día podremos amanecer siendo una sociedad sustentable, manteniendo una buena relación con el pasado, porque de él hemos aprendido, y viviendo un presente que nos permita crecer y desarrollarnos de forma sana y armoniosa; eso sería el foco más idóneo para construir el mejor futuro.

LA ESPERA NO ES UN PLAN

Si bien hemos escuchado siempre que la esperanza es lo último que se pierde, debemos tener consciencia de que la misma no es un plan, una meta sin acción es una simple ilusión.

No basta con repetir incesantemente lo que no queremos, es momento de poner en el foco la meta clara; basta de seguir hablando tanto de lo que hemos comprobado por años, ese modelo de poder que no aprobamos para nuestra sociedad, y empezar a comunicarlo que si queremos, con la mira puesta en la democracia, y así será más fácil crear mecanismos que nos conduzca a ella.

La democracia es un sistema que debemos entender como actitud ciudadana, donde aspiremos constantemente a la inclusión e integración, apoyándonos en valores que la potencien y aprendiendo que es un estado de conquista y no una tierra prometida.

Mientras ella se robustece, no podemos aspirar a la democracia y creer que la obtendremos por el simple hecho de decir que somos demócratas y anhelamos libertad. La democracia debe ser entendida como un compromiso que una vez adquirido se debe renovar votos con acciones diarias, para no correr el riesgo de perderla nuevamente una vez consolidada.

Conceptualizar y empezar nuevamente hablar de los valores fundamentales de la democracia nos ayudara a comunicarnos de forma más efectiva para poder remar todos en una misma dirección.

Con motivo de la conmemoración del 5 de Julio, día de la Independencia, me pregunto qué sería de nosotros si nuestros próceres se hubiesen sentado a esperar a que la independencia se diera como un hecho fortuito, sin el más mínimo esfuerzo; y es que la historia relata como un grupo de hombres y mujeres salieron con la firme convicción y llenos de voluntad por alcanzar lo que en su momento era la prioridad, para liberar un pueblo que no podía esperar más.

Solamente en el aquí y en el ahora, es donde podremos construir las instituciones que deseamos para el mañana; instituciones que solo pueden crearse en democracia, con valores que nos devuelvan el estatus de ciudadanos y nos quiten el estado de sobrevivientes, teniendo en cuenta que debemos ser responsables de los resultados obtenidos por las acciones que hemos realizado o dejado de realizar.

Hoy debemos definir nuevamente el significado de la democracia, porque una sociedad que no se comunica en los mismos términos, es una sociedad que no está en sintonía para trabajar por metas comunes. Cómo podemos aspirar a algo que muchos ni siquiera podrán explicar con palabras; delimitar los términos en los que se desarrollan los sistemas demócratas puede ser un paso que tal vez veamos como pequeño, pero que siempre será un buen punto para continuar adelante.

POLÍTICOS ASINTOMÁTICOS

Sabemos que no existe la tierra prometida, esa en la que muchos venezolanos, por diversas razones o circunstancias, han querido creer. No basta con esperar que el cambio llegue como una suerte de número ganador o una profecía autocumplida; ni tampoco anclar las esperanzas a lo que algunos actores políticos, grupos e individuos vislumbran una ayuda llegada de otras tierras; creencia ésta que en el aquí y el ahora nos sigue separando de la realidad.

Hoy el propósito debe ser mayor que el miedo, e inclusive debe ser mayor a la cómoda creencia de que no somos suficientes para reconstruir o restituir lo que nuestros antepasados lograron conquistar con sangre, sudor y lágrimas como diría Churchill, referente a otro tiempo y otra realidad; pero esta es una frase que abraza la forma como se logró materializar la voluntad de un grupo de hombres y mujeres, construyendo la democracia venezolana.

Si bien es un hecho loable los logros alcanzados en cuanto a la política exterior por algunos líderes de la oposición, debemos rescatar la importancia y urgencia de que somos nosotros, los ciudadanos venezolanos, los principales actores y responsables de estimular las bases de la sociedad para ser los conquistadores de nuestra libertad. Como ya lo he mencionado antes no existe el mesías, ni la tierra prometida cuando de democracia se habla.

La política debe ser entendida como una actividad donde una serie de realidades se negocian o no, y es allí donde se puede representar con hechos, comportamientos, compromisos y manifestaciones si somos capaces de negociar, persuadir, lograr el cambio y conquistar una propuesta de país, que hoy ya dejo de ser incómoda para ser insostenible, agotadora y desesperanzadora.

Y una vez más estas líneas de análisis se resumen nuevamente en ir al pasado, conocer la historia, aprender delo bueno y no cometer los mismos errores; leer, aprehender de como nuestros políticos, padres de la democracia en Venezuela, lograron los cambios a pie, sin tanta tecnología, sin reuniones por plataformas tecnológicas, con el mensaje cuerpo a cuerpo, caminando el país y conociendo a su gente. A este punto de la historia, no basta con pensar, suponer e imaginar lo que están viviendo nuestros hermanos; hoy es vital la presencia, y si algún actor debe ser asintomático, que sea el virus y no nuestros líderes políticos. Es momentos de casarnos con la realidad, de abrazarla y tenderla, porque allí reside causa de la urgencia, porque es allí donde se salvaran vidas y se transformaran realidades.

Se viven tiempos difíciles, situaciones que no nos había tocado vivir antes, pero aun en momentos complejos, cada uno puede sumar su acción desde el área que pueda, ya que todos los esfuerzos y acciones son necesarios para la formación de un buen mañana. Sé que no es fácil, porque con hambre y necesidad las cosas se ponen difíciles, pero hagamos el esfuerzo de no caer en el adormecimiento de solo sobrevivir al virus un día más.

EL ORIGEN

Entendiendo el ejercicio como la movilización e influencia sobre grupos e individuos que se unen para el alcance de objetivos; dentro de este proceso suelen levantarse líderes o protagonistas que llevan la batuta a la hora de marcar rutas y acciones para llegar a las metas comunes.

Que el líder conserve viva la flama que origino el reconocimiento de ese liderato es fundamental para sostener la continuidad de su ejercicio, y ser catalogado como eficaz; de lo contrario, dicho reconocimiento merma y sólo queda la autoridad que pudo haber sido conferida o adquirida en un momento puntual y bajo ciertas y determinadas circunstancias. De ser así, el líder estaría en una especie de mando o conducción designada que se desvanecerá si el mismo no hace nada para mantenerse como el líder elegido por el grupo.

Para los liderazgos escogidos, le es más fácil poder ser eficaz debido a su capacidad de natural de persuadir y movilizar a la hora de dirigir, gracias a los lazos empáticos, donde la admiración, el respeto , la estima y el estatus de su mentor se mantiene en alta y en positivo; este tipo de liderato se le da mejor la resolución de retos adaptativos como suelen presentarse constantemente en sociedades como la nuestra, donde las conductas individuales deben asimilar cambios constantes en las direcciones y estrategias que se crean para el alcance del bien mayor.

Por otra parte, los líderes designados, esos que se les confirió ese papel bajo circunstancia en las cuales fue en algún momento elegido por la población, pero que ahora sólo tiene la autoridad de ejercer una determinada orientación para alcanzar una meta común, serán más eficientes en retos técnicos, donde las soluciones sean más evidentes y fáciles de solucionar. Éste tipo de líderes se desenvolverían mejor en una empresa con fines de lucro y no necesariamente en la palestra política.

PAPEL REVOCABLE

rectificación del liderazgo, tal vez así la sociedad pueda encontrar una forma para acreditar y reconocer nuevamente a los que se sienten líderes.

El ejercicio del liderazgo más que un acto interno, es una actividad que debe ser aceptada, validada y reconocida por quienes se ven afectados directamente, entendiendo que líder no es aquel que se autoproclama, sino aquel, que promedio de un acto en el consciente social, es reconocido como tal. Un líder es una figura de poder, y me refiero al poder como la capacidad de persuadir a otros, haciendo que los mismos puedan tener procesos en los cuales quieran promover las ideas, acciones y actos de aquellos que aceptan como sus líderes.

Y me pregunto, ¿un líder puede existir en el inconsciente dela población como un falso positivo? En nuestros días, pareciera que es más fácil observar y conocer personalidades que se han divorciado de la idea de un liderazgo colectivo y social, para casarse con un liderazgo que sólo reside en el mundo de sus ideas; liderazgo que al mismo tiempo no se puede percatar de lo que se suponía era su audiencia natural, identificándola más como un obstáculo en el proceso que como un ancla firme.

Bajo estas incongruencias sociopolíticas que vivimos desde hace varios años, es necesario recordar que el término “líder” es un papel revocable, que no reside en ninguna circunstancia en la autoproclamación sin el reconocimiento real de lo que se cree deberían ser sus seguidores; a los lideres sólo se les puede reconocer después de sus actos y ejercicios de persuasión. Entonces, podríamos afirmar que sise pierde la credibilidad y el poder de influencia con sus partidarios, la figura del líder se desvanece hasta desaparecer en el imaginario de quienes les siguen.

Actualmente, el poder pareciera sustituir a la influencia; si una personalidad que se cree líder ejerce su liderazgo sólo desde el gran o poco poder que crea tener debe estar claro que ese poder, en sí mismo, no erige líderes, ya que un líder debe tener, poder, influencia, orden y dirección.

Si la actividad de un líder puede ser medida claramente en su capacidad de influir a un gran número de personas de forma regular y continua, me pregunto entonces si la consulta no debería ser un proceso interno del líder mismo, donde coloque filtros a su ejercicio de liderazgo y sincere su capacidad de movilizar, convencer y aglutinar a su audiencia. Creo que hoy más que nunca la auto consulta es válida, ya que la opinión pública es escandalosa y clara frente al tema. Si la actividad de liderazgo busca el logro de objetivos grupales es importante revisar la satisfacción de ese grupo en cuanto al ejercicio del líder, para no caer irremediablemente en fantasmas vitalicio que creen que el liderazgo es un Papel Irreevocable.

EL ORIGEN

Cuánto les cuesta a los pueblos los enfoques situacionales que hacen los líderes de una realidad que solo ellos pueden ver, entender y dar forma propia, desde los juicios divorciados de la vida real, donde el pueblo sufre los errores estratégicos de sus acuerdos, concesos y esfuerzos utópicos.

La empatía más que una condición, tiene una suerte de don divino en los tiempos actuales, con la que pocos cuentan y sería la mejor de las fortalezas en los líderes de la actualidad que aspiran ser generadores de cambio y restituidores del sistema democrático.

Como en un juego de niños y al azar parecen, aparecen y desaparecen las estrategias políticas, y me pregunto si es justamente esa la maniobra, “confundir” y aparentar errar una y otra vez en las acciones reales y decisivas que deberíamos tomar. Y pese a ser cierto la gran diligencia y los avances internacionales que se han logrado referente algunos temas, el problema técnico lo debemos resolver acá; por, para, en y con Venezuela.

En todo caso, mientras unos juegan a repartir y tener roles de grandeza y cargos políticos, otros aprovechan para ganar terreno, y es que, en el mejor de los casos, cuando no lo ganan, lo neutralizan con operaciones estratégicas que parecieran sacadas del sombrero de un mago, dejando a más de uno sin argumentos, y al resto con una agenda marcada para que se dediquen a descalificar a otros sin ocuparse del problema real.

Mientras unos cuantos se creen solucionando el tema país, otros se ocupan de ser realmente eficientes para sus fines, y pareciera que lo logran sin mayor esfuerzo. Y es así como nos llegará diciembre en la división de las divisiones fracturadas; para luego aterrizar en la previsible conclusión de que se falló nuevamente y no logramos el cumplimiento de los objetivos. Una realidad con la que de no ser posible la unidad para trazar estrategias concretas, nos llevará directo al año que viene. Veremos que tal vez, se cumpla la profecía de aquel que un día no alcanzó los objetivos, pero si tenía su meta clara, y que finalmente esto sea solo un episodio más en un complejo proceso de liderazgo.

Quizás sea momento de tener que asumir un liderazgo de carácter y talante social, que logre la unidad y brinde orden, dirección y protección; este liderazgo debe compartir sus valores positivos con una sociedad multicultural para generar la confianza en el otro, creando vínculos que tengan como resultado la asociación para solucionar problemas que nos atañen a todos. Necesitamos un demócrata, ese que muchos ni saben que existe, porque finalmente tenemos más de dos décadas hablando de valores antidemocráticos y pareciera que se nos olvidó que es democracia.

Hoy la vacante es la necesidad de un líder, y bajo esta premisa, las necesidades se satisfacen. Ante un momento tan crítico como el que protagonizamos en esta etapa, el líder podría nuevamente ser cualquiera con voluntad de generar confianza, capacidad de asociación y con quien se compartan valores para transitar el camino donde el orden y la dirección estén claras, y poder así sentirnos nuevamente en una zona segura; no digo que esto sea fácil, pero la paradoja de lo bello y lo terrible es que podría ser cualquiera.

Un, dos, tres…

LA DIVISIÓN VENEZOLANA

Una oposición sin forma ni fondo la cual está a cargo de una coyuntura política que desde hace años le ha quedado grande. Un accionar errático, donde los tropiezos han estado a la orden del día; una “oposición política”, que pareciera más oficialista que el mismo oficialismo, y donde me queda la duda si ciertamente dicha “cúpula” quiere brindar una salida real a la desgracia nacional.

Y es que, lamentablemente, pareciera que seguimos atrapados en un cuarto de espejos de acusacion es y pases de facturas, con la suerte de un juego infantil de papa caliente, donde nadie se quiere responsabilizar de la situación que ellos mismo han generado.

Una nefasta diligencia política que no ha logrado satisfacer las necesidades de un pueblo que ya ni justicia puede clamar, porque después de más de 20 años de violación sistemática de los derechos humanos se perdió el sentido auténtico de lo que es democracia; y es que las nuevas generaciones saben más de sobrevivir que de valores sociales, o si existe diferencias entre totalitarismo y el régimen supuestamente democrático que gobierna.

Una desgracia protagonizada por instrumentos políticos, que solo profundizan la crisis de la nación, sin ningún tipo de pudor o empatía con un pueblo que vive en modalidad zombi, sin reflejo alguno para reaccionar ante la profunda crisis económica, sanitaria, educativa y de seguridad social; vivimos como una sociedad que desaprendió los valores de la democracia.

Nos convirtieron en ciudadanos zombis que hoy vemos nuestra capacidad de elección o toma de decisiones comprometida bajo un constante estado de zozobra y estrés. Hoy gran parte de la población se centra más en resistir y subsistir, que en vivir; y de esa misma población, hay un porcentaje pequeño al que sus neuromas, duramente golpeadas por años de transgresiones sociales, políticas y económicas, le afirman que la situación país está mejorando, por la falsa creencia de ver más bodegones abiertos y árboles navideños canadienses que ya empezaron a llegar.

Mientras tanto, una cúpula política ¿opositora?, dedica menos tiempo y energía al análisis de las condiciones de sobrevivencia del pueblo venezolano. Es que ni siquiera, y así lo hacen ver a diario, en los senos de sus partidos y mucho menos en la supuesta Unidad se hace el más mínimo de los ejercicios de democracia interna.

Enrumbados nuevamente a un proceso electoral que deja mucho que decir, el único término correcto con el que se puede llamar a ésta oposición venezolana es “LA DIVISIÓN VENEZOLANA”; porque después de más de 20 años no acaban de descifrar o entender que solo sumando se gana, que engranando o uniendo todas y cada una de las piezas políticas, sin fragmentos sueltos por fuera, está la clave para salir de este proceso que nos ha robado décadas. Un desacuerdo que nos ha costado lágrimas y sangre a los venezolanos; y todo eso por no tener una estrategia clara, donde los líderes de las diferentes fracciones, que en teoría defienden la democracia, no han logrado trabajar al unísono, en un sistemático comportamiento de NO ACUERDO entre ellos. Una división que solo ha consolidado la desconfianza entre ellos mismos, esa desconfianza que también se siente en gran parte de la población venezolana hacia los que hoy nos representan.

Ahora bien, qué nos queda a nosotros como ciudadanos en un contexto que vislumbra más de lo mismo: dejar de ser esos zombis en los que nos convirtieron; debemos reaccionar, organizarnos, participar y hacer valer nuestro voto. No detenernos, confirmar en esas urnas que con decisión y unidad podemos generar ese bloque único para restituir nuestra democracia. Sin importar cuán divididos estén los candidatos, seamos los venezolanos capaces de zurcir sus rasgaduras, reconcentrando esfuerzos en la única estrategia articulada de cambio que siempre hemos tenido a la mano: EL VOTO… enseñemos unidos a la DIVISIÓN a ser OPOSICIÓN.